Santuario Nacional Lagunas de Mejia

Resultado de imagen para lagunas de mejia fauna

jueves, 18 de agosto de 2016

DÍA DE LOS MUERTOS EN MOLLENDO


No se puede discutir, ni ocultar, ni menos soslayar que algunas tradiciones han cambiado en nuestro Mollendo, es la dinámica del tiempo que todo lo transforma y también porque se introdujeron costumbres y usos exógenos, que han dado como resultado que muchas tradiciones varíen, que se modifiquen; y desde luego que así como nada es estático, todo tiene una razón de ser, una explicación, una lógica. Tal vez, lo que más nos asombra, es la velocidad de los cambios.

El repique de campanas durante todo el día de difuntos, era una auténtica letanía que no molestaba a nadie, así mismo mucha gente adoptaba un luto riguroso, hasta con matilla incluida, tal vez esto último como respetando una tradición anterior, seguramente era gente mayor que se resistía a los cambios, como nosotros actualmente. El día era de recogimiento absoluto, todavía dolidos aunque el difunto nuestro tuviera mucho tiempo de “residente” en el cementerio, tanto que hasta le habían extendido merecidamente la categoría de “ciudadano”; guardando las distancias el día tenía bastante similitud con uno de Semana Santa, es decir cero tolerancia a la música, en particular a los ruidos altisonantes, a la vestimenta colorida, a las bebidas alcohólicas, etc., y seguramente nadie se encargaba de recordarlo a cada momento, ni era necesario hacer cumplir con la fuerza que otorga la ley, existía aún otra ley, la que era dictada por el respeto y la propia fe y, moral de la ciudadanía. No olvidemos que la resurrección de los hombres fue revelada por Dios a su Pueblo, la esperanza en la resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo.

La visita al cementerio entonces era obligatoria, casi todos teníamos un pariente a quien dejar flores, en esos tiempos a un abuelo o bisabuelo seguramente, un familiar más cercano o a un amigo, y quien no  tenía parientes  le llevaba una vela y un pedido a Sulspicio Rodriguez, el hombre que vino de Chile y murió injustamente por un amor en Mollendo.

El Campo Santo, en esa época con seguridad se ajustaba a tal denominación, era mucho más pequeño, y el “paisaje” por así decirlo, era impresionante, mucho más para un niño obviamente, las flores, el olor a  velas encendidas, el polvo que levantaban los visitantes a la zona de tierra, el recogimiento y tristeza natural de la gente, los responsos, y el silencio cómplice en que se transformaba el murmullo de esos pasos dignos de una procesión, lentos, soportando el peso más del respeto que del cansancio, que solo era alterado por los muchachitos que le daban cierta alegría al medio, que se ganaban “alguito” llevando agua, escalera y pintura, ofreciendo su servicio para dar un mantenimiento merecido y anual a las tumbas.

Muchos ciudadanos mollendinos pasaron a mejor vida cumpliendo el ciclo natural y, otros muchos se fueron en busca de oportunidades, dejando un espacio vacío, un lugar que fue ocupado por otros inmigrantes, y como dice el tango…”yo sé que vendrán caras extrañas”, y vinieron nomás, en buen número, obviamente con sus propias costumbres y tradiciones, y como de esto ya transcurrió mucho tiempo, han enterrado también un pariente en ese cementerio, y eso les da categoría irrevocable de ciudadanos mollendinos.

Los días 1 y 2 de noviembre, la amplia plataforma previa a la entrada al cementerio, viene siendo usada en los últimos años, con un éxito tan singular que lo más probable es que se convierta indefectiblemente en una costumbre, que será transmitida al futuro, generándose así una tradición.  Se arman diversos toldos con mesas y sillas respectivas, para la venta de comidas que van desde el ceviche por la mañana hasta las parrilladas y polladas por la tarde, no faltan postres y bebidas, principalmente las espirituosas, las que hacen resaltar las virtudes del difunto y desaparecer todos sus defectos, las que embriagan, las que sirven para armar broncas, bueno felizmente la mecha se enciende cuando ya viene la noche; paralelamente no falta, sobra la música, sobretodo la estridente, como si no se quien organizara una competencia, a cada toldo corresponde armar un equipo de música y parlantes con la suficiente potencia como para perturbar el sueño de los muertos, como para contradecir a los que un día los despedimos con el trillado: descansa en paz. Tampoco falta la música dentro del cementerio mismo, ésta costumbre debe analizarse como un elemento cultural trasvasado desde los 3806 metros sobre el nivel del mar hasta nuestro cero metros, sin sufrir distorsión alguna, se trata de llevar una bandita a la propia tumba, y no se crea que los “musiqueros”  solo tienen en su repertorio música triste, de ocasión, se defienden en todos los géneros, desde música pseudo-clásica hasta chacalonera, ¡salud por los del más allá¡, y lo que es peor los parientes se quedan hasta que se consuma la caja de cerveza que les ha servido de asiento, mientras escuchan el pedido, después la siguen afuera, en los toldos, ¡salud por los del más acá¡. Vuelven a sus casas, convencidos que los acompañaron aunque sea por un momento, porque después que solos se quedan los muertos.


Fuente: http://www.geocities.ws

1 comentario:

  1. Los viejos tiempos siempre fueron mejores, mas respeto, mas responsabilidad, mas disciplina, yo diria que hasta mas cariño.

    ResponderEliminar

Islay

Hermosas playas, gente cálida y misteriosas leyendas.
LEYENDAS DE ISLAY

Hola, les doy la bienvenida a mi blog y les cuento que aquí conocerán las más interesantes leyendas, costumbres y tradiciones de nuestra provincia de Islay y así también conoceremos las riquezas ecológicas que tenemos aquí y que debemos cuidar. Unámonos todos a esta iniciativa Acción Cultural Por un Ambiente Sostenible.

Datos personales

Pages - Menu

About

Hetalia: Axis Powers - Liechtenstein